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Mostrando entradas de enero, 2006

Yo

Soy consciente del reloj en mi muñeca. De los auriculares incrustados en mis orejas, que determinan el ritmo que marco con el pie. Del tacto de las teclas. De la ropa que llevo puesta. De la gravedad que me aplasta contra la silla. (Que es rígida) Sé de la sequedad del aire, que irrita mis ojos. Del sabor de mi saliva. De mi propio pensamiento. (Respecto a mí) De mi cansancio y mi euforia. Y de mi inexplicable existencia. Y no soy nada más que eso.

Enemigos de lo complejo

La hermandad de lo anterior posee un curioso rito de iniciación: El aspirante debe permanecer dos horas y treinta y siete minutos sin respirar. Para asegurar la legitimidad del rito, el aspirante permanece este tiempo inmerso boca abajo en una bañera llena de zumo de limón. Mientras, alrededor de la bañera, los cofrades juegan al mus por parejas. Los chinos son cuentas de un rosario, y el tapete está hecho con la piel del cadáver del aspirante anterior. Y así pasa la vida, como quien no quiere la cosa.

The gold letter

Costras, heridas, sangre. Sobre pátinas de azúcar y agua, de salvia y cristal. Talladas en madera y carne. Fluyendo en un reguero de arena líquida. Fotografiado en nitrato de plata. E impreso sobre papel de periódico.