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Mostrando entradas de julio, 2008

Una revelación sobrecogedora.

S. se aburre porque hace tiempo que no existe. Necesita una chispa, una nota certera, una de esas coincidencias jocosas que sólo ella es capaz de percibir, para reafirmar su existencia y salir de la cama de una maldita vez. Aunque sólo sea por joder a ciertos filósofos que pregonan su muerte. Friedrich pronto conocerá su ira. S. piensa arrancarle el bigote con una tirita. Para más inri, una de esas tiritas infantiles adornadas con personajes de la factoría Disney©. Muahahaha. Muahahaha. ... MUAHAHAHA.

Riguroso miedo.

Ayer escribí tu nombre en la arena de la playa. Ayer vi como el mar se llevaba mis recuerdos, y yo no quise hacer nada más que observar. Ayer sentí como te alejabas sin parar de sonreír Como un estúpido morí por dentro al darme cuenta de cómo tus alas batían contra el viento, mientras yo nadaba a favor de la corriente. Las palabras se vuelven sordas; las distancias se alargan. Me sentí un dios por un momento, mirando la pecera en la que crecí. Ayer creí que mi arena eran rocas; hoy siento miedo al ver que mis rocas son la arena de la playa en la que ayer, escribí tu nombre.

PUES SI PUES SI. PUES NO PUES NO Y TE BAJAS DEL CAMIÓN

Mi estado de animo gobernado por pastillas. Mi mente gobernada por pequeños hombres con bata blanca que hablan en islandés. Se me ocurre se me ocurre, que el sol se va y vuelve, y se va, y vuelve, y se vuelve a ir y con cada rayo de luz, el reflejo en el mar te ciega lo suficiente como para que te arrastre la marea. Las algas contoneantes, se pegan a tu cuerpo cubriéndolo completamente y sin dejarte respirar, te anclan en el fondo. El tiempo pasa y tu cuerpo se descompone; los cetáceos y pequeños peces te desgarran con ansia la piel. Una vez acabada la carne, tus huesos se degradan tanto, por el agua y la sal, que se vuelven polvo, polvo en el mar. Y viajas, viajas por todo el océano, recorriendo los mares, volando con las ballenas o descansando con las estrellas de mar, bailando al son de los corales y finalmente, arrastrado por la marea llegar a la playa a tiempo, para ver tu última puesta de sol.

Atrofia

Los estímulos más sensibleros y efectistas, aquellos que los yonkis del exhibicionismo emocional firmarían orgullosos, apenas rascan la superficie podrida y prematuramente envejecida del alma de aquellos que han hecho del desengaño su hábitat natural, ayudados en su miseria por un par de circunstancias negligentes y toneladas de conformismo y autocompasión. La frase anterior, con 51 palabras y 359 caracteres (con espacios), cumple los requisitos mínimos para ser presentada al 3er Concurso de Microrrelatos Emocionalmente Intensos de la Fundación Paulo Coelho. Siempre escribo la misma mierda, de acuerdo. Aquí iba una excusa justificándome por ello, escudándome en la semejanza entre mi actitud y la de ciertos personajes a los que desprecio de forma activa y responsable. Peronismo, perogrullo, peróxido, peroné, perorata. Punto.

La metaintrascendencia de un menú del día

Hoy he comido gazpacho, y al hacerlo, he visualizado a todas las personas del mundo que estaban comiendo gazpacho a la vez que yo. Algunos subían y bajaban la cuchara al mismo tiempo, otros no. Luego me desincronizaba de algunos y coincidia con otros, porque los ritmos eran todos distintos. Había gazpachos con tropezones y gazpachos sin ellos. Y éramos miles: viejos desdentados sorbiéndolo lentamente, familias enteras con el telediario de fondo, camioneros solos en restaurantes. Todos iguales. Luego he comido lenguado, y he recordado cuando mi abuela lo iba a comprar a la furgoneta del pescadero en su pueblo y me lo hacía para cenar. Lo traía envuelto en un cucurucho de cartón y lo freía en la cocina vieja. El lenguado que me estaba comiendo en ese momento no se parecía en nada a aquél. Y luego he bebido un zumo de naranja y no me ha producido ninguna sensación en absoluto.

Lanzarote

La sensación es parecida al frío, como cuando te entra nive en las botas y los pies empiezan a congelarse, sientes un calor intenso, que casi te quema, mientras el frío se te clava como un millar de agujas en cada centimetro de piel. Caminas, pero cada paso es un tormento indescriptible aún mayor que el anterior... y dudas, aunque sabes que cada paso te acerca mas al calor de la estufa que te devolverá el tan necesario calor piensas en rendirte a cada paso y dejar que el frío haga su trabajo y te envuelva, arrastrándote al vacío, camino del olvido, que alivie el dolor y al final puedas descansar, alzas la vista y las lágrimas te tus ojos llorosos también se congelan, el camino a la salvación se alagra y todo a tu alrededor se oscurece y es entonces, solo entonces cuando reparas en que alguien, mas fragil, camina de rodillas a tu lado, intentando llegar a la misma puerta que tu y ves que en su alfeizar alguien espera su llegada, y es en ese momento en el que te das cuenta que no llegará

El último enano

Una noche oscura, antes de que los hombres poblasen la Tierra, el último enano viajaba por los bosques baldíos. La tormenta era épica, primigenia. Envolvía al mundo el crepitar torrencial de la lluvia, los arroyos clamorosos y los truenos. El enano, embozado en su capote y sumergido en la tempestad, se detuvo en lo alto de una colina admirado por aquella belleza que sólo existió cuando el mundo fue joven. Los relámpagos desgarraban el cielo y delataban las sombras de las encinas acechando en la oscuridad, y los gigantes montañosos en el horizonte. El mundo era místico, y también aterrador. Al enano le complació ser el único ser que podía contemplar aquello. Bastó un sólo relámpago, y ya no hubo más enanos.