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Mostrando entradas de diciembre, 2010

Las palomas

La mañana es fría y luminosa, es el final de diciembre. No recuerdo cuándo fue la última vez que dormí, hay demasiadas tareas pendientes. He bajado a desayunar a una hora que no concebía que existiese, una hora mítica, cuando yo creía que todo dormía sobre la Tierra. Pero no todo duerme. Mientras bebía un tazón de leche he mirado insomne por la ventana, y avanzando por mi calle he visto caminar a una treintena de palomas, grises y blancas. Picoteaban el suelo aquí y allá, en un escuadrón de limpieza perfecto, abarcándolo todo. Era la Santa Compaña, y poco a poco fue pasando de largo.

Unas lineas enjuagadas en lágimas

De capa caída y corazón ungido en agua con sal. Cielo gris. Llueve. Hace frio. Las lluvias con la llegada de la noche, convierten cada acera en pistas de patinaje. Donde había gente ahora hay vació, pero no silencio. El silencio se consume a escondidas y es extremadamente caro; solo la gente rica de la ciudad tiene acceso…. La nueva cocaína. -Ave María Purísima -Sin pecado concebida. -Padre, he pecado… la conciencia no me permite dormir… se come mi alma. -¿Estás bien hijo? ¿Qué te ocurre? -He violado, maltratado y arrastrado mi conciencia. -Por los clavos de Cristo…                                                       [El padre se santigua] -Hijo… ¿porqué?... ¡debes entregarte! -No padre, me voy a suicidar. Ayer acabe con ella, ayer después de todo el daño, la asesiné con mis manos. -Calma… no tomes una decisión equivocada… tenemos que hablar sobre esto… -Padre… NO HAY nada que hablar… la he asesinado y nadie la va a buscar, nadie la echara de menos, nadie la necesita si no yo.