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Mostrando entradas de noviembre, 2007

El final

Estaban todos escondidos y temblorosos en la gran sala en penumbra, porque eran los últimos que quedaban. Los estertores finales de la luz de la luna se infiltraban por un gran ventanal, y destacaban el gris de las telarañas y el polvo sobre los relojes. Las cortinas ondeaban fantasmagóricamente. De repente, comenzó a oírse un ruido de pasos lentos pero firmes, que fue intensificándose hasta llegar al éxtasis de la tensión al detenerse detrás de la puerta. Con un largo lamento, ésta se abrió pausadamente, y un viento frío apagó todas las velas. Una figura oscura y gigantesca apareció en el umbral. «No tengáis miedo».

La globalización y las cinco uvedobles

Tradicionalmente, el dónde y el cuándo ostentan la máxima importancia sobre todas las cosas, aunque en periodismo se prefieran cinco elementos. El dónde y el cuándo son fundamentales para situar el resto de las cosas y suelen definir parcial o totalmente al quién, al qué y a otros elementos fuera del establishment periodístico como el cómo. Ni que decir tiene que yo me adscribo a esta corriente de pensamiento, porque las cosas necesitan poseer las cuatro dimensiones para tener existencia y es altamente irritante desconocer las ubicaciones. De todas formas, yo, en calidad de quién, no soy nadie para opinar, porque el quién tampoco tiene mucha importancia en la vastedad del espacio y en la eternidad del tiempo. Algo más de importancia tiene el qué, que puede perdurar durante varias generaciones de quiénes, y por último, el porqué es totalmente irrelevante, porque cuando uno empieza preguntando por qué siempre termina encontrando a Dios. De cualquier modo, como al principio decía, ésta ha

Seamos honestos...

Hay veces en que la única opción que le queda a uno es destrozarse los oídos con Ocean of Noise mientras bebe Absolut como si fuera agua.

busca y busca porque aqui siempre debes buscar. sabes que aqui hay para escarbar.

Recuerdo un día en que la luz cerró sus ojos y aún nos vio morir. Cualquiera pensaría que es una idiotez, pero no la conciencia que nos vigila. Su voz, clavada en nuestras ideas, merodeando sin fronteras. Sus ojos que lentamente se abren mientras gira la cabeza para mirarnos fijamente. El espacio de detiene y el tiempo se dilata, solo porque los labios tristes por fin, se sorprenden de poder sonreír. Recuerdo. Recuerdo como la noche se hace día, como el azul del cielo se funde con el mar. Recuerdo. Recuerdo como tu voz nos contaba historias sobre la sinceridad. Pero la inocencia se puede convertir en estupidez. No nos damos cuenta del significado de las palabras. Las palabras se convierten en gestos y los gestos se escurren como agua entre tus manos. Un adiós nunca es suficiente para olvidar. Un simple vistazo si lo es para soñar. La ilusión de tener lo que uno cree que debe tener para sentir lo que sabe que puede sentir. Saber que eres lo que eres; y esto es mejor de lo que ja

Misoginia

Se abre el telón y aparece una pantalla dividida en dos por una línea vertical. A la izquierda hay una habitación decorada con un diseño muy moderno que combina únicamente los colores rojo y blanco; a la derecha hay una habitación idéntica pero con los colores invertidos. Hasta aquí todo es de una estética exquisita, pero todavía no se nos ha desvelado el misterio de las dos imágenes en espejo. En cada una sale una chica distinta, únicas e irrepetibles como toda persona humana, y cuando una voz dice: "Porque no todas somos iguales..." comprendemos que el antagonismo cromático viene a ilustrar el individualismo del ser. Lejos de allí una televisión se apaga con un chispazo, convirtiendo la imagen en un punto negro que permanece unos segundos en el centro de la pantalla. Es Anastasio, que ha apagado la tele, y que, con toda la velocidad que le permiten sus cansadas neuronas, piensa: "El día de los difuntos no se ve la televisión". Sin embargo, continúa mirando a travé