Una oportunidad perdida se ríe desde el cuerpo de un viejo, de los del geriátrico de enfrente. Tras asesinar al viejo con una inyección de mercurio la oportunidad, convertida en Betty, me sonríe desde la ventana embutida en su traje de enfermera. No quiero haber vivido 21 años. Da miedo pensarlo.
¿Palmeras decís, señor don Quijote? No veo sino una ínsula reseca y sórdida, morada tan sólo de cabras y de lunáticos. Ciego está en verdad tu entendimiento, Sancho amigo.