Conciudadanos de la Isla Gilipollas, les habla el Cacique Mayor del Estado, en la que creo que será mi última intervención pública como tal. Como todos ustedes saben, nuestra patria está sufriendo una grave crisis revolucionaria, y debido a esta situación, me veo obligado a dimitir de todos mis cargos y proclamar la democracia. Espero que esto sirva para traer la paz que siempre he intentado mantener en nuestra bienamada Nación, y no instigue a un mayor caos civil. Les ruego que mantengan la calma, pues mi gobierno ha entablado negociaciones con los líderes de la Revolución para intentar encontrar una salida pacífica al conflicto. Desgraciadamente yo deberé abandonar el país, pues mi presencia aquí en estos momentos puede quizá aumentar las tensiones. Buenas noches.
En la antigua Grecia surgió de la nada la chispa de la creatividad, y, siguiendo el ejemplo de muchos otros, Teudonio de Samos escibió una comedia sobre las ovejas. Pronto obtuvo el reconocimiento de las clases pudientes de Tebas y Atenas (en Esparta no estaban para tonterías), y fue muy popular hasta que el fundamentalismo cristiano lo arrasó todo en el siglo II. Tiempo después, los árabes tradujeron una copia que encontraron en las ruinas de Alejandría, omitiendo los pasajes en que las ovejas iban esquiladas, y vio el sultán de Egipto que era gracioso y repartió copias por todo el califato. No se sabe muy bien cómo, pero una de estas copias terminó traducida al castellano en San Millán de la Cogolla por un monje que tenía sus propias ideas en cuanto al amor entre ovejas de la misma condición ovejuna, y otra por un judío de Toledo que sabía un poco de árabe. Un pastor de Berchtesgaden se rió mucho un día leyéndolas y se llevó a Baviera una copia en arameo cuando volvió de las Cru...