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Los muertos bailan

La noche se ha tropezado contra el horizonte, y ha caído sobre el Jardín. Huele a salitre y a resina, y una extraña musica electrónica copula juguetona con el aire, revoloteando, siendo respirada por los invitados a la fiesta y asimilándose en su corriente sanguínea a través de los pulmones.

Un pulso común late en este espacio, en este momento, en este universo. Late con la arritmia característica de aquellos que han sido dañados. De aquellos que continúan caminando a pesar de la sangre que arrastra sus pies. Sonríen.

Viven. Están irremediablemente vivos, y son conscientes de ello. Son seis. Siempre fueron seis. Hace algún tiempo que no están juntos. Beben vodka, whiskey, cerveza, vino, ron y agua.

Uno de ellos mira al cielo, y se fija en una estrella.
Y dentro de cien mil años, algo o alguien quizás reciba la mirada.

O quizás no.

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