En la Isla Gilipollas no hay Bolsa, no hay personas jurídicas y no hay productos financieros. En la Isla Gilipollas no hay bienes de consumo, porque hay dátiles, plátanos y cocos. El Banco de la Isla Gilipollas es una casa donde vive un judío que cambia cabras por dátiles, plátanos o cocos. En la Isla Gilipollas nadie sabe qué es el capitalismo o el comunismo. Las empresas no tienen sede en la Isla Gilipollas porque la Isla Gilipollas no es rentable y no tiene mercado de servicios ni de factores. En la Isla Gilipollas no hay impuestos, no hay Seguridad Social ni Educación Primaria y no hay órdenes monásticas mendicantes. Ni siquiera hay trampillas, porque el dinero para construirlas no existe.
¿Palmeras decís, señor don Quijote? No veo sino una ínsula reseca y sórdida, morada tan sólo de cabras y de lunáticos. Ciego está en verdad tu entendimiento, Sancho amigo.