Estaban un día Calímaco, Demetrio y la desventurada Hipatia haciendo fichas documentalísticas en la sala de lectura de
Acelgas, que era muy avispado, empezó a explicarse atropelladamente para evitar que le diesen una colleja: «No os preocupéis, hermanos, que nada se ha perdido. He descubierto un artefacto por el que seré recordado por todos los hombres de todas las edades y que me llevará a la eternidad. Gracias a él he conseguido almacenar en esta caja todos los rollos de papiro que poco a poco se desintegraban en la infinidad de salas de este edificio. Lo he llamado PDF. Esto es la barbacoa sorpresa que os preparaba para celebrarlo, y tenía que ser aquí, para demostrar la confianza que tengo en mí mismo y en mis inventos».
Sin embargo, la torpeza del glorioso Acelgas hizo que en ese momento se tropezase con la barbacoa, y los leños caídos por el suelo rápidamente dispersaron el fuego por las secciones de astrofísica y nanotecnología, que prendieron especialmente bien. Toda la biblioteca quedó reducida a cenizas en pocos minutos, excepto los pocos libros que los sabios pudieron salvar, que fue una selección inculta, porque Hipatia, Calímaco y Demetrio eran de letras.
Acelgas sobrevivió al incidente, a la caída de los dos Imperios Romanos y a
Comentarios