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Noches que empiezan oscuras y acaban con sonrisas al amanecer

Noches que empiezan oscuras y acaban con sonrisas al amanecer. Abrazos llamados a terminar por el olvido. Serenos al despertar y confusos al intentar recordar.

Una nueva vida, lejos del dolor; cerca de la alegría.

Se cierra una herida demasiadas veces abierta. Coso esa herida remendada tantas veces, pero esta, esta vez la coso con hilo no con buenos recuerdos; estará ahí para siempre, marcando mi llanto y tristeza… pero cerrada con hilo. Coso esta herida con hilo y aguja incandescente… quiero sentir cada punto, cada vez que la aguja entra en mi piel y cada vez que sale de ella; quiero sentir el olor de mi piel al quemarse y cerrarse poco a poco… quiero cerciorarme que esta vez seré capaz de cerrar esta herida que tanto… tanto daño me ha causado. Quiero ver mi rostro al terminar de coser la herida verter alcohol sobre ella y saborear el sabor a sangre, el dolor… para recordarme porqué cerré esa herida y porqué no la quiero abierta. No está en mi pecho si no lejos de mi corazón pero… aun así el alcohol unge un dolor que cómo un latigazo recorre mi cuerpo hasta hacerme escupir la sangre y gritar, de dolor y de alegría, de rabia y odio, de paz y de vacío.

Cambian los colores pero no el lugar, cambian los brillos al mirar, pero no la mirada al abrazar la almohada cada noche al descansar.

Y cambian los recuerdos pesados como una roca… momentos encantados. Raros recuerdos de una memoria obtusa y confundida, llena de lagunas negras, tan negras que no reflejan ni la luna, ni el sol ni los sentimientos que nos dan calor.

Entonces un sueño rescata mi alma del abismo.

Te gusta bailar sobre la orilla de la playa y creo que pierdo el compas de tus pies entre la arena... Justo cuando el mar se lleva los dibujos que tan brillantes dibujas, esquivos trazos tan bellos como la mirada en tus ojos.
Mar y mar que se lleva los dibujos en la arena, las pisadas y las marcas.

No conozco su nombre, solo se que un día soñé con ella. Hablaba pero yo no comprendía nada, no podía dejar de mirar sus ojos. Oscuros , negros… tan preciosos y profundos que estaba perdido en ellos… podrían haber pasado años hasta despertar de aquel ensueño pero… ¿No estaba acaso soñando?
Sus pestañas marcadas una a una moviendo se todas al compas cuando parpadeaba lentamente. Negras también como la oscura noche pero cada una seductora como la anterior… Temblando estaba cuando pude oler su cabello porque me abrazaba su perfume.
Su cabello también era negro. No sabría decir de donde era pero… su cabello era negro como el azabache… absorbía los reflejos y por entero absorbía mi alma con ellos.
De un gran suspiro pude salir de aquella ilusión por un segundo pero entonces, vi sus labios. Sentía mi cuerpo flotar, como en una nube. Labios apenas rosados y oscuros, llenos de color sin embargo; perfilados y marcados en sus bordes con pequeños surcos como caminos que llevan a un solo destino, exuberantes y brillantes… ¿Qué hacer con las formas de unos labios así? Apenas si puedo recordar más que la locura que me invadía al pensar en unos labios tan bellos… cuando pronunciaba esas palabras que yo no podía escuchar ni entender, se movían de una manera tan solemne y sensual.

No se cómo ni porqué pero me besó. Cerré los ojos y vi su alma, blanca, pura. Sus labios dulces llenaron de bondad mi alma carcomida por el dolor. Sentí paz en mi interior.
Sus labios dulces su unieron a los míos en un solo beso. Un solo alma por un segundo. Nuestros corazones sin saber porqué, también eran uno solo. Por un segundo pude sentir su sabor, su olor.
Una eternidad podría haber sido, pero lo sentí un segundo… y cuando al abrazarla puede sentir su olor de nuevo y besar su cuello, se deshizo en arena.

Millones de pequeñas partículas de arena que se llevó el viento. Besé la arena que quedó en mis manos y la arena quedó en mis labios húmedos.

Lloré y lloré, grite y caí rendido de rodillas sobre las dunas de un desierto.
Lloré y al gritar desperté.

Sueños de los que uno no puede salir… sueños que se repiten hasta el amanecer. Sueños con los que uno se plantea que es más cruda, la realidad o los sueños de los que uno nunca quiere despertar.

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Insectos verdes oliendo el aire con sus antenas; maniquíes de plástico derritiéndose al sol, deformados; carracas moribundas intentando mantener una cadencia respetable; ecuaciones de segundo grado, circuitería, ácido y cobre; plagios repetitivos bienintencionados y exitosos; canciones lentas para una noche de verano; papel amarillento envejecido, con holor a flan en polvo Royal; desorden, suciedad, caos, falta de organización; soledad, angustia, impermutabilidad; jaquecas, sed, aburrimiento; un intento de repesca sabiamente abortado; demasiadas letras en un único párrafo; una voz desconocida desliendo melodías de un aro de goma; combustión interna espontánea; el invariable ruido de un ascensor que llega a su destino.