Una no-solución como cualquier otra es rebajar la autoexigencia hasta nuevos niveles mínimos. La mera noción de autoexigencia determina un mínimo de la misma, así que no hay nada que temer. También se puede experimentar dolor físico como forma de ocio, pero lo cierto es que no aporta ninguna sensación gratificante. Evidentemente. Su puede intentar escribir con palabras de no más de tres sílabas. Esto es una barrera para el propio yo, para el imbécil que todos llevamos dentro. Puede resultar enriquecedor para el ello. Existe la posibilidad de no hacer nada, de no leer esto. Puedo uno escribir haikus libérrimos, que tienen la ventaja de ser absurdos de serie: El pájaro gris picotea maderas de mueble Ikea. (No tan libérrimos)
¿Palmeras decís, señor don Quijote? No veo sino una ínsula reseca y sórdida, morada tan sólo de cabras y de lunáticos. Ciego está en verdad tu entendimiento, Sancho amigo.