La luz se rompe. El corte no es limpio, presenta astillas e impurezas. Los dedos de Dios, cubiertos de harina, empujan una aspirina a través de su envoltorio de plástico, rasgando el fino sello de aluminio. El hálito reciclado del último ser vivo se pudre, lentamente, bajo una máscara antigás color verde camuflaje.

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