Ahora hemos pensado que ya no hace falta morir en la batalla para que el dragón Nidhöggr no os devore las entrañas en el inframundo ni hay que pasarse una hora al día autoflagelándose por dormir más de lo debido. Para los musulmanes tampoco hay buenas noticias: ahora no existen las huríes. Si alguien basó su vida en alguna de estas cosas, pedimos disculpas, pues estamos considerando unirnos a la ciencia (esa díscola aprendiz) y proclamar el neoapocalipsis. ¡Si nadie ha venido a visitarnos es porque todas las civilizaciones del universo, llegadas a este punto, construyeron un colisionador de hadrones! ¡Lo único que habrá será un agujero negro!
Tormentas que se acercan. Solo los dioses ven las tormentas así, bellas, desde el aire, flotando entre las nubes. Se saturan los oídos entre el ruido crudo de la incertidumbre. Tan frágiles, tan efímeros que da lástima siquiera seguir adelante. Será el recuerdo del amor en la infancia lo que nos fuerza a tener instintos y sobrevivir aun cuando no queremos. Ingrávidas, mis lágrimas, reflejan los remordimientos como un espejo curvo e infinito. B.
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