Nunca formé parte del todo, nunca fui uno mas, nunca pase de roce casual, de acto colateral, de risa de tarde, y mañana poco mas, juguete de un rato, de usar y tirar, de hola y ya, de un par de copas, de no digas mas, de ya que nos ha oido que se venga cenar, de simplemente ajeno y nada mas.
Tormentas que se acercan. Solo los dioses ven las tormentas así, bellas, desde el aire, flotando entre las nubes. Se saturan los oídos entre el ruido crudo de la incertidumbre. Tan frágiles, tan efímeros que da lástima siquiera seguir adelante. Será el recuerdo del amor en la infancia lo que nos fuerza a tener instintos y sobrevivir aun cuando no queremos. Ingrávidas, mis lágrimas, reflejan los remordimientos como un espejo curvo e infinito. B.
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