La suave luz del amanecer se filtraba entre dos nubes que jugueteaban entre ellas como enlazadas enternamente en el anaranjado cielo. Subido desde aquella colina podia contemplar como los primeros rayos del sol cortaban la ciudad por sus avenidas proyectan alargadas sombras hacia los bajos fondos. Los mas madrugadores salian de sus casas somnolientos sumidos en su rutina. Pero eso no importaba, el bosquecillo del fondo jugaba con sus ramas con los haces luminosos del sol que se proyectaban sobre su rostro. Tambien podia ver como se reflejaban sobre el pequeño arroyo que se habia formado con los primeros dias del deshielo. Era primavera y el podia verlo mejor que nadie... pues era ciego.
Tormentas que se acercan. Solo los dioses ven las tormentas así, bellas, desde el aire, flotando entre las nubes. Se saturan los oídos entre el ruido crudo de la incertidumbre. Tan frágiles, tan efímeros que da lástima siquiera seguir adelante. Será el recuerdo del amor en la infancia lo que nos fuerza a tener instintos y sobrevivir aun cuando no queremos. Ingrávidas, mis lágrimas, reflejan los remordimientos como un espejo curvo e infinito. B.
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