El largo viaje a Ushuaia, que es un lugar-objeto como cualquier otro, no es posible sin amigos (ni tampoco sin enemigos). Y cuando en mitad de una brazada un calambre se caga en tu ascendencia, es bueno saber que ellos, aunque hace mucho tiempo que no están, en realidad sí están, y seguirán estando. Aunque no quieran.

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