El largo viaje a Ushuaia, que es un lugar-objeto como cualquier otro, no es posible sin amigos (ni tampoco sin enemigos). Y cuando en mitad de una brazada un calambre se caga en tu ascendencia, es bueno saber que ellos, aunque hace mucho tiempo que no están, en realidad sí están, y seguirán estando. Aunque no quieran.
¿Palmeras decís, señor don Quijote? No veo sino una ínsula reseca y sórdida, morada tan sólo de cabras y de lunáticos. Ciego está en verdad tu entendimiento, Sancho amigo.
Comentarios