Mi estado de animo gobernado por pastillas.
Mi mente gobernada por pequeños hombres con bata blanca que hablan en islandés.
Se me ocurre se me ocurre, que el sol se va y vuelve, y se va, y vuelve, y se vuelve a ir y con cada rayo de luz, el reflejo en el mar te ciega lo suficiente como para que te arrastre la marea.
Las algas contoneantes, se pegan a tu cuerpo cubriéndolo completamente y sin dejarte respirar, te anclan en el fondo.
El tiempo pasa y tu cuerpo se descompone; los cetáceos y pequeños peces te desgarran con ansia la piel.
Una vez acabada la carne, tus huesos se degradan tanto, por el agua y la sal, que se vuelven polvo, polvo en el mar.
Y viajas, viajas por todo el océano, recorriendo los mares, volando con las ballenas o descansando con las estrellas de mar, bailando al son de los corales y finalmente, arrastrado por la marea llegar a la playa a tiempo, para ver tu última puesta de sol.
Se me ocurre se me ocurre, que el sol se va y vuelve, y se va, y vuelve, y se vuelve a ir y con cada rayo de luz, el reflejo en el mar te ciega lo suficiente como para que te arrastre la marea.
Las algas contoneantes, se pegan a tu cuerpo cubriéndolo completamente y sin dejarte respirar, te anclan en el fondo.
El tiempo pasa y tu cuerpo se descompone; los cetáceos y pequeños peces te desgarran con ansia la piel.
Una vez acabada la carne, tus huesos se degradan tanto, por el agua y la sal, que se vuelven polvo, polvo en el mar.
Y viajas, viajas por todo el océano, recorriendo los mares, volando con las ballenas o descansando con las estrellas de mar, bailando al son de los corales y finalmente, arrastrado por la marea llegar a la playa a tiempo, para ver tu última puesta de sol.
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