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Manual de un pirómano

Hoy he terminado de despertar a la cruda realidad. Oficialmente me he quedado sin ilusión. He pasado de ser una persona a ser un autómata. Es el término que mejor me describe. No piensan, no actúan, no deciden pero sobre todo no sienten. Es una idea tan atractiva que estoy hipnotizada con ella. No sienten. ¿Quién quiere sentir hoy en día? Las personas que tienen ilusión. Con una meta, con una esperanza es fácil abrazar un sentimiento cálido, pero ¿y si no tienes eso? ¿Qué abrazas? Al fuego, te quema, te duele, te consume, pero es muy atractivo. Si, me encanta la autodestrucción. Es muy fácil, sólo tienes que seguir los siguientes pasos.
1. Elige una idea, situación, sentimiento inflamable.
2. Desmenuzala lentamente, prestando atención a cada mínimo detalle.
3. Cambia de ángulo y repite el paso dos.
4. Cuando las llamas se apaguen recuerda pequeños momentos de felicidad en los que parecía imposible un incendio. Echalos a la hoguera.
5. Todo fuego se apaga, observa como la hoguera se va reduciendo.
6. Conserva las ascuas.

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Periferias personales

Aún encallado en el mismo recoveco del mismo río, tras tantos años. Con las mismas personas, los mismos tratos, las mismas apariencias. El mismo conjunto de objetos inamovibles, relacionados de igual forma. Un flujo de tiempo interrumpido, estancado y en eterna podredumbre.

Una segunda parte de las muchas posibles

Insectos verdes oliendo el aire con sus antenas; maniquíes de plástico derritiéndose al sol, deformados; carracas moribundas intentando mantener una cadencia respetable; ecuaciones de segundo grado, circuitería, ácido y cobre; plagios repetitivos bienintencionados y exitosos; canciones lentas para una noche de verano; papel amarillento envejecido, con holor a flan en polvo Royal; desorden, suciedad, caos, falta de organización; soledad, angustia, impermutabilidad; jaquecas, sed, aburrimiento; un intento de repesca sabiamente abortado; demasiadas letras en un único párrafo; una voz desconocida desliendo melodías de un aro de goma; combustión interna espontánea; el invariable ruido de un ascensor que llega a su destino.