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Cuento del siglo XXI (título que indica progreso)

Había una vez una bella presentadora de televisión (aunque no os llaméis a engaño, niños, su cuerpo pertenecía a Corporación Dermoestética y al Diablo a partes iguales), que se ganaba la vida honradamente insultando de mentirijilla a personas tan encantadoras como ella. Ahora bien, cuentan que salió de aventuras con sus amiguitos (una echadora de cartas que en sus tiempos mozos había sido sacerdote, una prostituta heroinómana reintroducida socialmente en forma de periodista del corazón y el/la sastre de toda aquella corte) y llegaron hasta una granja de campesinos. Decidieron instalarse allí, pues su mera estancia les suponía un tesoro, y dejaron las aventuras. Todo el país se dedicó a observarlos, lo que no supuso ningún atraso en sus labores de investigación astrofísica cotidianas, pues era un país increíblemente culto y desarrollado, y establecieron foros de discusión sobre las operaciones de cirugía a las que se había sometido nuestra protagonista, si es que se había sometido a alguna, algo que rechazaban los sectores más conservadores entre los tertulianos. Y el dinero consiguió tras tantos años de penurias y sacrificios la gloriosa Libertad de fluir a los bolsillos de nuestros aventureros, y todos vivieron felices y comieron ensalada de aguacate y pomelo, pues las perdices engordan.
FIN.

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