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Cosas de humanos

Desde que la raza humana existe ha tenido el mismo efecto sobre la vida terrestre que el impacto de un meteorito gigante. Somos un cataclismo planetario, causado por la simple maldad y la autoproclamada inteligencia de la masa humana, a la que quizás tengamos un tanto sobrevalorada.

Nuestro historial empezó hace unos 28.000 años, cuando exterminamos a los últimos neandertales, y nada menos que en la península Ibérica (lo que nos convierte en descendientes de unos garrulos, si alguna duda quedaba). Algunos románticos dicen que entonces nos quedamos solos sobre la faz de la Tierra, como si en lugar de haber cometido el mayor fratricidio de la historia nos hubiésemos quedado huérfanos y sin amigos.
En las zonas templadas del hemisferio norte había una jerarquía animal tan compleja como en la sabana de África, pero nos comimos o matamos a todos los alces gigantes, leones europeos, tigres sable, elefantes enanos, mamuts y rinocerontes lanudos. A muchos otros animales los domesticamos, y aún existen por la utilidad que nos reportan, aunque por ejemplo, el último ejemplar de asno europeo desapareció en España en el siglo XV.

Pese a la supuesta paulatina civilización de la humanidad desde la Edad Antigua, cada vez hemos ido adquiriendo nuevos territorios para nosotros mismos y desalojando a los anteriores habitantes. En el siglo XVI se extinguieron los pájaros elefante de Madagascar y las moas de Nueva Zelanda, las aves más grandes que existían, que no podían volar y medían entre 2 y 3 metros de altura. En 1627 falleció la última hembra de uro, la última vaca salvaje, en los cotos de caza del rey de Polonia, y en 1681 un marinero borracho mató al último dodo de la isla de Mauricio. A principios del XVIII expulsamos a las ballenas grises del océano Atlántico y del Mar Mediterráneo.

En 1741, la expedición de Bering, que realizó por primera vez la travesía entre Siberia y Alaska, descubrió a las vacas marinas gigantes; en 1768, 27 años después, no quedaba ni una sola de ellas viva. «Eran tan dóciles y amigables que se dejaban matar con facilidad».

Los lobos británicos fueron exterminados por los pastores de Inglaterra en 1486, de Escocia en 1743 y de Irlanda en 1770, y el gobierno australiano pagó un dólar por cada tigre de Tasmania muerto hasta que el último falleció en un zoo en 1936. El siglo XX también ha visto la extinción de los tigres de Bali (1937), del Caspio (1959) y de Java (1976), y el resto de subespecies que quedan se encuentran al borde de la desaparición.

En lo que llevamos de siglo XXI se han extinguido oficialmente una mariposa endémica de Madeira, una especie de mono de Costa de Marfil, un pajarillo de la isla de Maui en Hawai, el rinoceronte negro occidental (a cuyo cuerno se le atribuían propiedades afrodisíacas, lo que me deja sin palabras), y en el año 2000 murió Celia, el último bucardo (cabra montés) de los Pirineos en el parque nacional de Ordesa.

Comentarios

Ginkarasu ha dicho que…
Hoy, 9 de junio de 2008, ha sido declarada extinta la foca monje caribeña. Sólo quedan la mediterránea y la hawaiana, ambas en peligro. Por un tiempo, las focas monje pervivirán como insulto, luego ni eso.

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