Todo el mundo juzga la vida segun un filtro muy sencillo y de facil utilizacion, todo o es blanco o es negro. Robar esta mal y esta mal, da igual que vayas a morir de hambre y ese par de cacahuetes no se los fuera a comer nadie, el camarero del bar te dará en cantado una paliza y ni siquiera te pedirá la propina. Da igual que te pelees con un niño pijo para evitar que fuerze a una chiquilla a hacer algo que no quiere, despues de darle la paliza los abogado de su padre se las apañaran para que tu vayas a la carcel, y tengas que pagarle y asi le quede despejado el camino. Por que lo que es malo es malo y lo que es bueno es bueno y nadie piensa sobre lo que hay entre lo malo y lo bueno, sobre las cosas malas que hacen bienes y sobre los bienes que hacen cosas malas. Nadie se fija en esa infinidad de grises entre el blanco y el negro. Ese infinidad de grises en la que vivimos...
En la antigua Grecia surgió de la nada la chispa de la creatividad, y, siguiendo el ejemplo de muchos otros, Teudonio de Samos escibió una comedia sobre las ovejas. Pronto obtuvo el reconocimiento de las clases pudientes de Tebas y Atenas (en Esparta no estaban para tonterías), y fue muy popular hasta que el fundamentalismo cristiano lo arrasó todo en el siglo II. Tiempo después, los árabes tradujeron una copia que encontraron en las ruinas de Alejandría, omitiendo los pasajes en que las ovejas iban esquiladas, y vio el sultán de Egipto que era gracioso y repartió copias por todo el califato. No se sabe muy bien cómo, pero una de estas copias terminó traducida al castellano en San Millán de la Cogolla por un monje que tenía sus propias ideas en cuanto al amor entre ovejas de la misma condición ovejuna, y otra por un judío de Toledo que sabía un poco de árabe. Un pastor de Berchtesgaden se rió mucho un día leyéndolas y se llevó a Baviera una copia en arameo cuando volvió de las Cru...
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