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¿De quién es esta cabeza?

El baile continúa, ajeno en su pretendida elegancia a la urna de cristal que se encuentra en el centro del salón. Las parejas se deslizan sobre las baldosas que escaman el suelo, brillantes, limpias a base de lametazos y amoniaco. Envueltas en telas estampadas, figuras desnudísimas giran y se abrazan, con ojos brillantes de felicidad y labios arqueados según la convención.

La cabeza de la urna retiene la mueca antinatural de asco que la guillotina instaló en su rostro.

El baile acabará de madrugada. Muerto el villano, nadie queda para amargar la velada. Todo está bien en el Reino del Señor.


Comentarios

Campi ha dicho que…
salta y salta y salta... hasta que te duelan los pies... entoces vuelve a saltar para poder respirar. NO hay nada como la brisa del mar que nos estamos ambos perdiendo en este momento.

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Periferias personales

Aún encallado en el mismo recoveco del mismo río, tras tantos años. Con las mismas personas, los mismos tratos, las mismas apariencias. El mismo conjunto de objetos inamovibles, relacionados de igual forma. Un flujo de tiempo interrumpido, estancado y en eterna podredumbre.

Una segunda parte de las muchas posibles

Insectos verdes oliendo el aire con sus antenas; maniquíes de plástico derritiéndose al sol, deformados; carracas moribundas intentando mantener una cadencia respetable; ecuaciones de segundo grado, circuitería, ácido y cobre; plagios repetitivos bienintencionados y exitosos; canciones lentas para una noche de verano; papel amarillento envejecido, con holor a flan en polvo Royal; desorden, suciedad, caos, falta de organización; soledad, angustia, impermutabilidad; jaquecas, sed, aburrimiento; un intento de repesca sabiamente abortado; demasiadas letras en un único párrafo; una voz desconocida desliendo melodías de un aro de goma; combustión interna espontánea; el invariable ruido de un ascensor que llega a su destino.